Estudio tailandés demuestra que la basada en plantas reduce los indicadores de enfermedades crónicas

Un estudio que comparó una dieta tailandesa tradicional con otra basada en ingredientes de origen vegetal encontró que esta última ofrece beneficios significativos para la salud. Los investigadores asignaron aleatoriamente a 62 personas para seguir una dieta tailandesa tradicional o una en la que los productos de origen animal fueron reemplazados por alternativas vegetales.


Un nuevo estudio que comparó una dieta tailandesa tradicional con otra basada en ingredientes de origen vegetal encontró que esta última ofrece beneficios significativos para la salud. Los investigadores asignaron aleatoriamente a 62 personas para seguir una dieta tailandesa tradicional o una en la que los productos de origen animal fueron reemplazados por alternativas vegetales. Después de 12 semanas, se observaron mejoras significativas en el índice de masa corporal (IMC), la presión arterial, el colesterol LDL, la glucemia en ayunas, la salud renal y la composición de la microbiota intestinal.

En una época en la que las enfermedades no transmisibles (ENT) como la obesidad, la diabetes tipo 2 y las afecciones cardiovasculares dominan las estadísticas de morbilidad y mortalidad global, un estudio reciente realizado en Tailandia ofrece una luz de esperanza. Investigadores del Wellness We Care Center y otras instituciones tailandesas desarrollaron un ensayo clínico para evaluar el impacto de una dieta tailandesa saludable basada en plantas (HTD, por sus siglas en inglés) frente a una dieta tailandesa contemporánea con productos de origen animal (CTD).

Durante 12 semanas, 62 personas con al menos un índice de salud alterado (como sobrepeso, hipertensión, colesterol alto o diabetes) siguieron una de las dos dietas. El grupo HTD reemplazó productos animales como carne, pescado y lácteos por equivalentes vegetales, pero conservando elementos tradicionales como el curry, la leche de coco, el picante característico y las especias autóctonas. La transformación fue notable.

El grupo HTD perdió en promedio 3 kg (comparado con un aumento de 0,43 kg en el grupo CTD), redujo significativamente la presión arterial (hasta 32 mmHg en casos de hipertensión severa), disminuyó el colesterol LDL en 34,1 mg/dL y mejoró la función renal y la composición del microbioma intestinal. Además, pacientes con diabetes tipo 2 lograron reducir o incluso suspender su medicación sin perder el control glucémico.

Este ensayo no es un caso aislado. Es el eco más reciente de una serie de estudios que están revolucionando la forma en que entendemos la relación entre alimentación y salud. Lo que destaca de este estudio es su enfoque culturalmente contextualizado: no se trató de imponer una dieta occidentalizada, sino de adaptar la cocina tradicional tailandesa a un enfoque 100% vegetal.

Respaldo científico global

Las conclusiones del estudio tailandés se alinean con una robusta base de evidencia internacional. El "Estudio de los 7 Países" de Ancel Keys en 1953 ya había advertido que una dieta alta en grasas estaba vinculada a enfermedades cardiovasculares. Poco después, el "Estudio de los 22 Países" de Yerushalmy amplió la comprensión al señalar que el consumo de carne era un factor más relevante que la grasa en sí.

Desde entonces, investigaciones como el estudio EPIC (European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition), que siguió a casi medio millón de personas durante 15 años, reveló que una alta ingesta de carne roja y procesada se asocia a mayor mortalidad por todas las causas, mientras que las dietas ricas en frutas y verduras la reducen considerablemente.

La Escuela de Salud Pública de Harvard también ha aportado datos reveladores: sustituir apenas un 3% de las calorías de origen animal por proteínas vegetales disminuye la mortalidad total en un 33%, la muerte por enfermedades cardiovasculares en un 48% y por cáncer en un 28%.

Otros estudios, como el Lyon Diet Heart Study, mostraron que una dieta mediterránea basada en plantas redujo eventos cardíacos en un 70%. En Loma Linda, California, se constató que los vegetarianos viven, en promedio, 10 años más que la población general. Investigaciones lideradas por Dean Ornish y Caldwell Esselstyn han demostrado que no solo se puede prevenir sino revertir la enfermedad cardiovascular con una dieta vegana baja en grasas y cambios en el estilo de vida.

A esto se suma la evidencia sobre beneficios adicionales: menor presión arterial en hipertensos, menor mortalidad en pacientes con enfermedad renal crónica, reducción de ácido údrico y dolor articular en personas con gota, y una menor incidencia y mortalidad por cáncer.

La diversidad del microbioma intestinal también juega un papel clave. El estudio PREDICT indica que una dieta rica en prebéticos y alimentos integrales, típicamente vegetales, contribuye a un perfil bacteriano que protege contra enfermedades crónicas. Por otro lado, el consumo elevado de azúcares refinados, especialmente fructosa sin fibra, está vinculado a obesidad, resistencia a la insulina, diabetes y enfermedad hepática grasa.

Y si bien los cereales son parte esencial de muchas dietas, el nivel de procesamiento marca la diferencia: los cereales refinados aumentan el riesgo de diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular, mientras que los granos enteros lo disminuyen. Por ejemplo, cambiar arroz blanco por integral reduce ese riesgo de forma significativa.

El veganismo es más relevante que nunca

Lo que estamos presenciando no es una moda alimentaria pasajera, sino una transformación cultural, sanitaria y ética de enorme calado. A medida que la ciencia confirma los beneficios de las dietas 100% vegetales, también se consolidan las razones medioambientales y morales para abandonar los productos de origen animal.

El estudio tailandés demuestra que no es necesario renunciar a los sabores ni a las tradiciones culinarias para mejorar la salud. Simplemente, hace falta sustituir ingredientes de origen animal por alternativas vegetales, manteniendo el alma de la cocina. Esto es aplicable a cualquier cultura: desde las lentejas con arroz en Latinoamérica hasta los guisos con tofu o seitán en la cocina mediterránea.

AnimaNaturalis y HazteVeg.com promueven esta transición no solo por salud, sino por justicia hacia los animales y el planeta. Las enfermedades crónicas, que representan la mayor carga para los sistemas sanitarios del mundo, podrían prevenirse y reducirse significativamente con decisiones tan sencillas como cambiar la carne por legumbres, el queso por anacardos fermentados, o la leche de vaca por la de avena.

Por último, no podemos olvidar el poder de las decisiones individuales. El veganismo es una herramienta transformadora a nivel personal y social. No se trata solo de dejar de hacer daño, sino de empezar a construir una cultura más compasiva, sostenible y saludable. Y eso, como demuestra Tailandia, empieza en el plato.


Chaiyodsilp S, Watcharapichat P, Suwanjutah T, et al. A comparison of a Healthy Thai Diet and Contemporary Thai Diet on health indices in individuals with noncommunicable diseases: a randomized controlled trial. RMJ. 2025;48(1): e270918-e270918.

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