Comer bien para vivir mejor: ¡reduzcamos el consumo de carne!

AnimaNaturalis partició en el nuevo informe "Comer bien para vivir mejor: ¡Reduzcamos nuestro consumo de carne!"


AnimaNaturalis y un importante número de organizaciones participaron en el último informe para la Unión Europea "Comer bien para vivir mejor: ¡Reduzcamos nuestro consumo de carne!", promovido por el eurodiputado de EQUO Florent Marcellesi. Puedes descargar y leer este informe directamente desde este enlace:

http://partidoequo.es/wp-content/uploads/2018/05/Comer-bien-para-vivir-mejor_v4_ENVIAR.pdf

Comer no sólo es un acto fisiológico e individual, sino una acción con extensas implicaciones sociales, ecológicas y morales. Las dietas saturadas de proteínas animales, alimentadas por una producción industrial e intensiva de carne y pescado, tienen profundos impactos en el planeta, en nuestra salud, en otros países y en los animales.

Impactos en el clima

La ganadería es, según la Organización Mundial de la Alimentación y Agricultura (FAO), uno de los sectores que más impactos tiene sobre el cambio climático. En concreto, es responsable del 14.5% de los gases de efecto invernadero emitidos por las actividades humanas a nivel planetario. Hablamos concretamente del 5% de las emisiones mundiales de CO2, el 44% de las de metano (¡más que las explotaciones mineras, petróleo y gas natural!) y el 53% de las de N2O, teniendo estos últimos dos gases un efecto invernadero más elevado que el CO2.

Impactos en la salud

El sobreconsumo de carne es nocivo para la salud. Es responsable de enfermedades como la diabetes y la obesidad, y entraña cada vez más riesgos sanitarios por el uso masivo de antibióticos en animales por la industria ganadera. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta sobre la relación entre sobreconsumo de carne roja y el cáncer, llamando a no superar la ingesta de 25kg de carne al año. Riesgos que solo irán en aumento hasta convertirse en un problema de salud pública a nivel mundial si se generaliza la producción de bajo costo y subvencionada de carne, y el consumo de proteínas animales de las clases medias occidentales.

Impactos en los países del hemisferio sur

Las proteínas animales requieren para su producción 10 diez veces más hectáreas que las proteínas vegetales. Esto provoca, por un lado problemas ecológicos graves de deforestación. Por ejemplo, en América Latina, mientras que un 75% de la soja exportada se usa para alimentar animales, un 70% de los bosques amazónicos se usan como pastizales. Por otro lado, repercute en un incesante acaparamiento de tierras, con el consiguiente desplazamiento de los campesinos, convirtiendo el sobreconsumo de carne también en un problema social y de lucha por la tierra.

Impacto en los animales

El impacto de la industria ganadera sobre los animales es dantesco. Cada año a nivel mundial, se sacrifican 60.000 millones de animales terrestres y 1 billón de animales marinos para el consumo humano. Solo en España, se sacrifican tantos cerdos como habitantes en nuestro país y tantas aves de corral como habitantes en la Unión Europea. En este modelo dominado por las grandes corporaciones agroganaderas, los animales son desde la cuna hasta el plato meras cosas y mercancías al servicio de una máquina económica voraz. La desvalorización y desensibilización de los animales, así como la negación social de que esto ocurre a gran escala prevalecen frente al bienestar y los derechos de los animales.

Ante esta realidad múltiple, ¿en qué medida deberíamos consumir carne? Si queremos que nuestra dieta sea saludable, justa y respetuosa con el clima y los animales, no deberíamos superar los 20 kg. Es decir, teniendo en cuenta que una persona en España consume de media 50kg de carne al año, reducir más de la mitad este consumo.

Hay alternativa

Para ello, son necesarias varias vías de acción complementarias:

"Debemos poner en marcha una transición hacia un nuevo modelo agrícola que privilegie la producción ecológica de proteínas vegetales y, dentro de niveles sostenibles, la ganadería extensiva, ecológica y local", explica el eurodiputado Florent Marcellesi. "Esto supone reorientar la Política Agrícola Común hacia una política agrícola y de alimentación que incluya el incentivo hacia la producción y el consumo de alimentos saludables y sostenibles de origen vegetal, el fin de las macrogranjas industriales y el apoyo a la ganadería ecológica de pequeña escala", agrega

A nivel local, debemos fomentar políticas para que desde un punto de vista nutricional, nuestra dieta contenga “menos animal, más vegetal”, a través de los comedores escolares, los catering colectivos y públicos, contar con guías municipales de restaurantes con opciones vegetarianas, más ecológicas y locales.

"Como consumidores, tenemos en nuestras manos la posibilidad y responsabilidad de abrazar una dieta con menos carne y sustituir de forma gradual las proteínas de origen animal por las de origen vegetal", continúa Marcellesi. "Para ello, es fundamental incentivar social y económicamente el consumo de legumbres, fomentando los huertos urbanos y escolares, los grupos de consumo, el etiquetado de proteínas vegetales y el trabajo conjunto con los especialistas en nutrición".

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