En 2024, más de 2,2 millones de conejos menos fueron enviados al matadero en España en comparación con el año anterior. Es la señal más clara del profundo declive que sufre el sector cunícola, pese a las subvenciones europeas para incentivar su consumo. Según datos del Ministerio de Agricultura (MAPA), se sacrificaron unos 24 millones de conejos, frente a los casi 27 millones de 2023, lo que representa una caída del 8,6%. Todas las grandes regiones productoras reflejan esta disminución.
En el centro del país —Castilla y León, Madrid, Extremadura y Castilla-La Mancha— la matanza descendió un 7,8%, lo que supone unos 780.000 conejos menos. En el noroeste —Galicia, Asturias y Cantabria— la caída fue aún más acusada, con cerca de 820.000 animales menos sacrificados, una reducción del 10,9%. En el este —Cataluña, Comunidad Valenciana y Baleares— la industria dejó de matar unos 300.000 conejos, mientras que el nordeste —País Vasco, Navarra, La Rioja y Aragón— experimentó el mayor desplome proporcional, del 12,4%, con alrededor de 510.000 vidas menos extinguidas. Solo el sur del país —Andalucía, Murcia y Canarias— muestra un leve repunte, aunque apenas se traduce en unos pocos miles de animales más.
El balance es ineludible: en 2024, millones de conejos menos fueron criados y matados para consumo, en lo que podría ser una señal del creciente desinterés social hacia esta carne y un cambio de paradigma en la relación con los animales.
El sector cunícola español está en retroceso estructural. En 2022 había 1.167 granjas dedicadas a carne de conejo, pero ya en abril de 2023 solo quedaban 1.172 explotaciones productivas, un 18,5% menos que el año anterior. Organizaciones agrarias denuncian que casi el 45% de los productores cerró en 2022 por la inviabilidad económica provocada por la subida de costes. Sólo sobreviven las granjas más grandes y tecnificadas: la edad media de las explotaciones es de unos 24 años y el 30% de los criadores debe compatibilizar su trabajo con otras actividades para salir adelante.
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Costes disparados, beneficios nulos
La crisis económica golpea con fuerza al sector. Aunque el precio del conejo vivo en granja llegó a récords en 2023 (~2,53 €/kg, +8% respecto a 2022), esto apenas cubrió costes crecientes. El maíz y otros piensos subieron más de un 61% en 2022, llevando el coste del engorde a cerca de 378 €/t (vs 235 €/t promedio en lustros anteriores), a lo que se suman costes en cambios en las infraestructuras para cumplir mínimos de bienestar animal. El MAPA admite que, pese a los precios máximos de 2023, los elevados costes de alimentación y energía siguen sojuzgando la rentabilidad. En 2022, la subida de costes provocó pérdidas generalizadas: “muchos productores vieron precios históricamente bajos y costes al alza”, afirma el informe oficial. En estas circunstancias, el sector no genera margen alguno: de hecho, los cuadres contables negativos explican en parte el cierre masivo de explotaciones. Así, la cuestión del precio refleja que no hay ganancias posibles sin una reducción extrema del bienestar de los animales.
El censo de animales también disminuye. En 2022 se registraron 743.168 hembras reproductoras (conejas madre) en España, cifra clave para el número de crías. Estas reproductoras están muy concentradas: cerca del 64% se localiza en sólo tres comunidades (Castilla y León, Cataluña y Galicia). En total, en abril de 2024 había unos 4,7 millones de conejos vivos en granja en España. Más del 80% de esos animales se halla en cinco regiones (Castilla y León, Cataluña, Galicia, Aragón y C. Valenciana), justo las zonas con mayor matanza de conejo. En suma, se crían muchos menos conejos, en menos lugares
Cruda realidad en las granjas
Las investigaciones de campo de AnimaNaturalis y otras ONG dejan en evidencia el alto nivel de sufrimiento en la cunicultura industrial. Imágenes y reportes revelan conejos muertos conviviendo con vivos, animales apilados, muchos agonizando en las jaulas y esqueletos abandonados en rincones sucios. Durante la inspección de 10 explotaciones en Castilla y León, Cataluña, Aragón y Castilla-La Mancha, se documentó un “sufrimiento inimaginable”: jaulas sin ningún enriquecimiento, conejos plagados de heridas, deformaciones y signos de estrés, e incluso pabellones abandonados con animales momificados sin atención.
La propia Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) alertó en 2020 de que España usa “el peor sistema de producción posible” para el bienestar del conejo. Según la EFSA, 1 de cada 5 conejos muere antes del sacrificio, sobre todo debido a las condiciones de hacinamiento y falta de cuidados veterinarios. Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España, condena la “inhumanidad de la industria cunícola” y reclama con urgencia reformas legales: los conejos, “seres sensibles y vulnerables”, siguen sin contar con regulación específica que los proteja en la Unión Europea (UE).
Las cifras europeas son igualmente alarmantes: en la UE se sacrifican unos 76,8 millones de conejos al año y el 94% vive enjaulado de por vida. Carecemos de normativa propia para conejos, por lo que prácticas evidentemente crueles permanecen legales. Reportajes como el de CIWF muestran conejos encerrados en jaulas tan pequeñas que ni pueden estirarse, viviendo junto a cadáveres de otros animales. Todo ello subraya que el negocio del conejo se sostiene sobre el sufrimiento animal.
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Subvenciones europeas y esfuerzos fallidos
Paradójicamente, el sector recibe un fuerte apoyo público mientras se desangra. La UE financia campañas de promoción para relanzar la carne de conejo, como el programa trianual “¿Cómo lo haces hoy?” impulsado por la interprofesional INTERCUN (España) y ASPOC (Portugal) con millones de euros de ayuda comunitaria. El objetivo oficial es “trasladar a los consumidores los beneficios” de esta carne blanca, presentándola como saludable y moderna. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos publicitarios, el consumo sigue cayendo.
A pesar de esos esfuerzos que financiamos toda la ciudadanía, la demanda doméstica de conejo está en mínimos históricos: de 2008 (63.872 t) a 2016 (56.049 t) cayó casi 12%, y actualmente apenas se consumen ~1,27 kg/habitante/año en España. Ni los incentivos ni la adaptación a nuevos formatos ha logrado incentivar al consumidor: la carne de conejo no ha logrado reconquistarse como un “clásico saludable” entre la población. En resumen, las ayudas públicas y las supuestas aperturas a mercados internacionales no compensan el descenso continuado de ventas y producción. La pregunta flota en el aire: ¿tiene sentido gastar dinero público en promocionar un producto insostenible, cruel y con demanda decreciente?
Nuevas normativas en debate
La crisis del sector coincide con presiones políticas para mejorar el bienestar animal. Tras la Iniciativa Ciudadana “End The Cage Age” –que reúne 1,4 millones de firmas– la Comisión Europea se comprometío a revisar las leyes de protección animal en los próximos meses. Se debate la prohibición del uso de jaulas en todo criadero, lo que afectaría dramáticamente a la cunicultura intensiva: el 95% de la producción actual se realiza en jaulas. Asociaciones agrarias advierten que eliminar las jaulas podría obligar a cada granja a perder entre el 40% y 50% de su capacidad.
Es un dilema moral y económico. En un sector ya menguante, introducir nuevas exigencias (más espacio, enriquecimiento ambiental, final de la cría enjaulada) aumentará aún más los costes y el cierre de explotaciones. Pero desde el punto de vista de los animales, cualquier reforma es bienvenida. Dado el descenso secular de la producción y la abierta oposición ciudadana a la crueldad, se pone en cuestión la viabilidad ética del modelo cunícola actual.
Los datos y testimonios hablan por sí solos: la cunicultura en España es un negocio en declive y moralmente insostenible. La caída continuada de producción y consumo, sumada a las crisis económicas y a la urgencia de proteger el bienestar animal, dibujan un panorama sombrío. Organizaciones defensoras de los animales, como AnimaNaturalis, piden que se deje de financiar con recursos públicos una actividad que sólo perpetúa el sufrimiento. En definitiva, las estadísticas oficiales confirman que el sector cunícola no levanta cabeza, mientras que las imágenes de las granjas revelan la crueldad cotidiana. Quizá sea el momento de plantear si seguir subvencionando esta industria es razonable o ético a largo plazo. Un modelo basado en prácticas tan salvajes y en pérdidas financieras parece, por fin, insostenible.
Fuentes:
- Datos del MAPA y del sector cunícola
La producción de carne de conejo en España cae un 8,60% en 2024 - Agronews - Campañas oficiales de promoción
Programa europeo para promocionar la carne de conejo en España y Portugal
La UE pretende relanzar el consumo de carne de conejo – UAGN - Investigaciones de AnimaNaturalis y CIWF sobre bienestar
Sacamos a la luz el horror en las granjas de conejos para carne en España | AnimaNaturalis
Una investigación expone el sufrimiento de los conejos enjaulados en Europa | CIWF España - Análisis de COAG sobre nuevas regulaciones
La nueva legislación europea sobre bienestar animal cambiará las instalaciones en las granjas | Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Centro y Canarias
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