No me gustan los prejuicios, ni las etiquetas, ni los estereotipos, todos ellos fuentes de estigmatizaciones y discriminación. Por eso no diré que soy vegetariana o vegana o yogui o straight edge, o “la come-pasto”. Pero para quienes gustan de definiciones, y porque los formalismos sociales a veces me obligan a decir “soy blabla”, diré que soy herbívora.

No quiero términos manoseados ni gastados. Pero... “¿herbívora?” ¿No suena a biología? Sí, soy biológicamente herbívora, y entiéndase “bio-lógica” como la lógica de la vida. Soy biológicamente herbívora, porque Naturaleza me ha dado un cuerpo para alimentarme de granos, frutos y maravillosos vegetales. Soy herbívora por la lógica de mi vida, de mi cuerpo sintiente.

Pero no he elegido mi cuerpo. Y aún así elijo ser herbívora por la lógica de la vida de los demás seres sintientes. Soy herbívora porque amo la vida, la vida superior y sagrada de la que he brotado, la misma vida universal que ha traído a este tierra a una piedra, a una flor, a un animal, a un árbol.

Soy herbívora porque siento,  luego existo. Y ya que siento, siento primariamente amor, compasión y respeto. Soy herbívora porque siento dolor. Y porque soy capaz de sentirlo, seré incapaz de provocarlo intencionalmente.

Y aunque “deba ser” racional porque tengo cerebro, entonces usaré mi razón para defender a los seres sin voz.

Soy herbívora porque respeto a mis hermanos, porque los amo, los admiro y porque soy conciente de que nada me da derecho a matarlos. Y soy herbívora porque asumo las consecuencias de mis actos; y entonces, no seré cómplice de la tortura, ni de la violencia, ni del maltrato, ni de la explotación despiadada y cruel contra ninguno de ellos.

Desde que lloré por el sufrimiento de la Tierra y sus seres, no volveré a ser la violenta de antes. Elegí ser herbívora porque decido no manchar mis manos con sangre ajena y no convertir mi cuerpo en un cementerio de seres sintientes e inocentes.

Por amor, respeto, ética, empatía, paz y compasión. Entrego mi corazón, mi espíritu, mi fuerza, mis lágrimas y mis sonrisas, para ser instrumento de vida y sembrar liberación.

Los quiero,
Que el sol los acaricie y las estrellas reflejen su luz interior,

Daniela Romero Waldhorn