Según el artículo realizado por dos consejeros ambientales del Banco Mundial en la publicación de Noviembre/Diciembre de 2009 de la revista “Reloj Mundial”, el sector ganadero es responsable de al menos el 51% de GHGS. En 2006 un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) titulado “La larga sombra del ganado”, indicó que la producción agrícola destinada a los animales es responsable de más GHGS (en equivalentes CO2) que todos los coches, aviones, barcos y demás medios de transporte juntos en todo el mundo.  

La situación se augura aún peor, si las tendencias actuales siguen, la producción de carne global se duplicaría hacia 2050, con el aumento asociado de GHGS y la negación de los efectos de muchos cambios positivos, lo cual haría muy difícil, si no imposible, alcanzar las reducciones GHGS que los expertos de clima creen esenciales para evitar los peores efectos del cambio climático.

La cría intensiva tiene como resultado una población ganadera demasiado grande. En suma, las 5 especies más usadas para consumo triplican la población humana. Existe 1 vaca por cada 5 personas, 1 oveja por cada 6 personas, 1 cerdo por cada 7 personas, 1 cabra por cada 8 personas y 2.5 pollos por cada persona. Para alimentar a todos esos animales se requieren cantidades ingentes de cereales, granos, semillas y pastos. Las tierras de cultivo se hacen insuficientes y es así como la industria ganadera recurre a la deforestación de selvas y bosques, generando millones de toneladas de CO2.

El proceso digestivo de las más de 1,000 millones de vacas genera el 37% del total del metano inducido por el humano; este gas es 23 veces más potente que el CO2. Las heces de las vacas contienen altas cantidades de óxido nitroso, un gas 296 veces más potente que el CO2, y la orina y heces de los 17,000 millones pollos generan el 64% del amonio inducido por el humano, un elemento químico que causa la lluvia ácida.

Por si fuera poco, transportar y mantener en refrigeración las cientos de toneladas de carne, leche y huevos que se producen cada año, implica un enorme gasto de combustibles fósiles y energía eléctrica.

La ganadería industrial es responsable del 90% de la deforestación de la Amazonia, principal pulmón del mundo. Esto debido a la extensión de pastizales y cultivos forrajeros para alimentar una creciente población de ganado. Información brindada por la Comisión Nacional Forestal mediante el sistema de solicitud de información, nos dice que el 60% de la deforestación en México se debe al cambio de uso de suelo con fines pecuarios.

Esto repercute negativamente en el equilibrio de los ecosistemas; 15 de 24 ecosistemas que brindan importantes servicios ambientales están en declive, y un análisis de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la prestigiosa Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) muestra que la mayoría de las especies amenazadas en el mundo se ven sometidas a pérdidas de hábitats debido a la actividad ganadera.

La ganadería es probablemente la principal causa de contaminación del agua debido a todos los desechos que vierte en ríos, lagos, lagunas y océanos, como heces, hormonas, antibióticos, fertilizantes, pesticidas, químicos usados en curtiembres, etc. Según la Comisión Nacional del Agua, el sector pecuario representa el 50% del uso del agua en México, cuando el uso doméstico ocupa sólo un 14% y la producción de vegetales para alimentar humanos un 20%.

En total, a la producción ganadera se destina el 70% de la superficie agrícola y el 30% de la superficie terrestre del planeta. Mientras un 30% de la población humana en el mundo padece hambre o desnutrición, la ganadería ocupa la mitad de la producción de granos y cereales a nivel mundial, derrochando así recursos naturales como gas, agua o suelo.

Para producir un kilo de carne se requieren 7 kilos de cereal, pero si este cereal se destinara directamente al humano podría terminarse con la hambruna y la desnutrición en todo el mundo.

La industria ganadera y sus intereses económicos influyen tanto como el gusto de las personas por comer carne, leche y huevos. Éstas son las probables causas por las cuales muchos líderes no se atreven a abordar el tema como la magnitud del mismo lo requiere.

Pese a ello, la ONU considera que la principal solución a los problemas ambientales es la reducción de la población ganadera. Para lograrlo es indispensable que la sociedad transite hacia una dieta libre de productos animales, o que por lo menos reduzca la ingesta de los mismos. La dieta vegetariana supone la principal solución ecológica y tiene grandes beneficios para la salud humana y el respeto hacia los animales.

Esperar a que los líderes mundiales nos salven de una catástrofe ambiental quedará sólo en eso, en esperar. Es hora de tomar una postura activa y emprender acciones que beneficien a la naturaleza. Tanto la salud del  planeta como la propia, comienzan en la mesa.


Fuentes: